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Respuesta abierta a Yuriria Sierra por "La Biblia y el FNF"

  • Por Hernando J. Ochoa R.
  • 1 oct 2016
  • 6 Min. de lectura

[Ésta es una respuesta al artículo de Yuriria Sierra titulado "La Biblia y el FNF", publicado el 30 de septiembre de 2016, mismo que se puede leer en el portal de Excelsior aquí]

Señorita Sierra,

Después de leer su lamentable columna acerca de las Marchas por la Familia, no pude resistir el contestarle sus por demás desafortunadas aseveraciones acerca de la Palabra de Dios. Antes que nada, quiero aclararle tres cosas: (i) Soy cristiano; (ii) No obstante, no estuve de acuerdo con las referidas marchas (si desea conocer las causas bíblicas por las cuales no lo estuve, le comparto este artículo que escribí: La intolerante tolerancia); y (iii) desapruebo, como pudo comprobar si es que se tomó la molestia de leer el mismo artículo, actitudes como la suya, mostrada en su columna.

Procuraré ser breve, porque –francamente– tengo poco tiempo disponible y sé que no debo invertir mucho tiempo en este tipo de cuestiones, como bien lo advirtió Jesús (Mateo 7:6). La razón por la que le contesto es porque veo gente que en forma irresponsable, constantemente, sin conocer la Biblia, pretenden hacer citas de ella deliberadamente; desafortunadamente para ustedes, procurando ser sabios, se hicieron necios (Romanos 1:22… le recomiendo leer todo el capítulo, de preferencia a partir del versículo 18).

Su profundo trabajo de estudio bíblico pudo ser satisfecho con un mero buscador de palabras, para sacar los textos de contexto. No pretendo abrumarla con información teológica al respecto; sin embargo, veo que hace uso constante de citas del Antiguo Testamento. Antes de explicarle en forma genérica por qué están sacadas de contexto, quiero compartirle una advertencia hecha por Jesucristo: Cuando estaba siendo entregado a los romanos, Pedro sacó su espada y le cortó la oreja a uno de los soldados; ante ello, Jesucristo le ordenó “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mateo 26:52).

No, por favor, no lo tome como una amenaza de que pueda haber una agresión física, ni mucho menos; al contrario, mi intención es que no tropiece con una piedra cuyas dimensiones, evidentemente, no conoce y que usa irresponsablemente: la Palabra de Dios. Sí, la Biblia refiere a Sí Misma como la espada del Espíritu Santo (Efesios 6:17). Por el contrario, mi intención es simplemente que no se haga un uso irresponsable de la Biblia. Le deseo, de todo corazón, simplemente que trate con respeto el libro en el que yo creo.

Usted hace varias citas del Antiguo Testamento, ¿sabía que hay una diferencia entre la ley ceremonial, la ley civil y la ley moral en la Biblia? Asumo que no; de lo contrario, no habría hecho mención de estos versículos y de los muchos versículos con los que –amenazó– llenaría muchas más columnas. Si hubiera estudiado un poco, se pudo haber dado cuenta que hace mención a leyes que no son más aplicables, en cuanto a sus términos, aunque en cuanto a su moralidad (los hijos deben honra a sus padres todavía, por ejemplo). ¿Por qué? Porque Jesucristo ya cumplió con la ley. Más aún, algunas de las relaciones que usted refiere son narraciones históricas de lo que Dios desaprobó en Su pueblo.

La ley moral se puede encontrar a lo largo de toda la Palabra de Dios, es decir, en toda la Biblia. El punto es estudiar cada parte de la Biblia y distinguirla de las leyes que son propiamente civiles (que rigen las relaciones entre los judíos) y las ceremoniales (ritos, ceremonias y demás, que estableció Dios para que su pueblo se acercara a Él). Partimos de que la ley moral regula la conducta de acuerdo con principios de justicia, respeto al prójimo, equidad, compasión y generosidad; de hecho, por eso podemos ver que la ley civil mosáica fue superior a la de otros pueblos de la época. Más que decirte dónde en concreto la puede encontrar, le puedo dar ejemplos de ello. En la ley civil encontrará cuestiones como relaciones comerciales, en las que se establece una indemnización si es que alguno ‘tranzó’ al otro. Las equivalencias y los montos concretos podrían dar una pauta en un corazón regenerado, pero no son obligatorias; sin embargo, subsiste el principio moral detrás, es decir, ‘no tranzar’ al prójimo… Jesucristo lo reiteró, el segundo mandamiento, que es semejante al primero, establece que ames a tu prójimo como a ti mismo. Otro ejemplo, en este mismo sentido: la ley del talión, no se hizo para la aplicación literal de la misma, sino para dar un parámetro en el sentido de que la pena no fuera mayor que la ofensa. Más aún, se trataba de un principio para acudir a la justicia establecida y no para tomar la ley en sus propias manos. Por ello, en este caso en concreto, nuestro Señor Jesucristo fue claro: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.” He aquí una ley moral más alta. Muchas reglas, por ejemplo, para el no tener relación (matrimonios) con otros pueblos, atendía a la necesidad de preservar la pureza, no de la raza, sino de la revelación de Dios, que sería llevada a los pueblos del mundo. Salomón, por ejemplo, no obedeció esto y tuvo muchas mujeres; esto no fue una aprobación por parte de Dios, sino una enseñanza histórica de lo que no debió ser hecho, puesto que Dios había establecido el matrimonio entre un hombre y una mujer (principio que reiteró Jesucristo) y Salomón, por la ligereza de su carne, tuvo muchas y de diversas nacionalidades, ¿qué pasó? Pervirtió su fidelidad a Dios. Sin embargo, fue mal entendida por el pueblo judío, creían que su raza era única y se olvidaron de la revelación anterior a Jesús que reconocía el evangelio para los gentiles. Hoy ya no subsiste la restricción por cuestiones de raza; sin embargo, Dios advierte el no unirse en yugo desigual, que se aplica a los matrimonios ‘ecuménicos’… un cristiano auténtico no debe contraer matrimonio con una mujer que no lo sea (y viceversa). La razón es simple, termina pervirtiéndose la relación con Dios del primero y para los hijos es un desastre. Las leyes ceremoniales tienen una cuestión particular. Jesucristo vino a establecer el puente con el Padre (he de ahí que, a Su muerte, los velos del templo fueran rasgados). Sin embargo, hoy conocemos las leyes ceremoniales, para entender más aún el sacrificio de Cristo: Su Sangre, la purificación que hace, etc. No obstante, en la cuestión moral también hay enseñanzas, por ejemplo, los judíos hacían votos de ofrendar a Dios su patrimonio y ello lo usaban como pretexto para no ayudar a sus padres. Aunque el sacrificio de Cristo todavía no acontecía, Él les llamó la atención, puesto que habían dejado de lado el principio moral de asistir a los padres, poniendo por encima una cuestión ceremonial. Jesucristo, entre otras muchísimas cosas, nos demostró lo vano del cumplimiento de obras para ser aceptos ante Dios (un ejemplo: los fariseos no adulteraban físicamente, pero sí codiciaban a la mujer y Jesucristo enseñó que esa codicia ya era, en sí, un adulterio): sepulcros blanqueados, haciendo sacrificios con un corazón endurecido. Finalmente, los judíos pensaban en la circuncisión de la carne, cuando no se dieron cuenta que desde Moisés se habló de la circuncisión del corazón, lo que vino a reiterarse por nuestro Señor Jesucristo.

Le comparto un pecado que yo mismo cometí. Imagínese: usar la Palabra de Dios en vano (sacándola de contexto, para indicar cosas que Dios no dijo), es usar el nombre de Dios en vano, es decir, es blasfemar contra el Nombre de Dios. Y, adivine qué: sí, la sanción con base en la ley civil (que ya no aplica), era el apedreamiento (Levítico 24 lo explica). Antes de conocer de Cristo usé la Palabra de Dios en vano y fue Su Gracia y Misericordia la que me llevó al arrepentimiento; pero si hubiera vivido en el pueblo judío en tiempos antes de Cristo, ese pueblo hubiera tenido el derecho de apedrearme. Hoy nadie desearía ese tipo de apedreamiento; además, yo sería el primero en merecerlo. Por el contrario, procuro predicar lo que la Biblia enseña, para que, con amor, la gente sea conducida al arrepentimiento, a fin de evitar la ira de Dios.

No… aprendamos a respetar las creencias de otros; aprendamos a no ser intolerantes usando una bandera de tolerancia (también lo abordo en mi artículo que le cité). Hacer uso de la Biblia en el tono satírico en el que usted lo hace, atenta contra mi derecho humano de creer libremente en lo que yo quiera, ¿acaso es válido burlarse de mis creencias? No se equivoque.

Le deseo que Dios la bendiga y que pueda hallar Gracia delante de Él, pues no sé usted, pero mis pecados me llevaban a la condenación y Su Gracia me salvó.

[Por si se lo pregunta, Jesucristo dejó en claro, como parte de la ley moral, que el matrimonio es entre un hombre y una mujer]

 
 
 
Quién Está Detrás del Blog

Cristiano; abogado egresado de la Escuela Libre de Derecho, cuyo pasatiempo favorito es el béisbol.

 

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