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La Soberanía de Dios en tiempos de aflicción.


Tal vez hayas escuchado hablar sobre la soberanía de Dios; este atributo, a simple vista, pareciera ser tan crudo y frío.


Ciertamente el Dios que conocemos es soberano, ¿por qué? Porque Dios es el Altísimo, Señor del cielo y la tierra; sujeto a ninguno; sin influencia de nadie, absolutamente independiente; Dios hace lo que le place, sólo lo que le place, siempre lo que le place. Nadie puede frustrar sus planes, nadie puede obstaculizarlo (Salmo 135:6; Isaías 14:27; Daniel 4:35).


Podría resultar difícil e incluso hasta terrorífico para una persona estar sometida por completo a alguien las veinticuatro horas del día y para siempre. Imagina que ese alguien pudiera hacer con tu vida lo que le plazca y que nadie ni nada pudiera detener eso.


Pero ¿qué pasa si ese alguien es un ser sabio, amoroso, bondadoso y misericordioso?


Dios no actúa como un rey déspota, tomando decisiones por capricho, ni basadas en un egoísmo personal. Por el contrario, las decisiones que Dios toma están basadas en lo más infinito de Su amor y Su sabiduría, de Su bondad y misericordia. A todos nos han pasado cosas ‘malas’ en la vida; todos hemos sufrido cosas duras; quizás algunos en mayor medida que otros. Nunca entenderemos de este lado de la eternidad cómo opera la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre… pero ambas se conjugaron en el decreto soberano de Dios para que así aconteciera.


Muchas veces nos centramos tanto en la soberanía de Dios que perdemos de vista que esa soberanía actúa en perfecto equilibrio con Su amor, Su bondad y Su misericordia.


¿Recuerdas alguna o algunas situaciones dolorosas y devastadoras en tu vida?, ¿Por qué sigues de pie hoy por hoy? La respuesta es simple: porque la Mano de Dios y Ssu gracia te sostuvieron en medio de ese caos, en medio de esa situación. Si conoces a Dios como Padre, ten la certeza de que Él te está conformando a través de esas aflicciones al carácter de Cristo (Romanos 8:28-30)… si no, quizás te esté dando la oportunidad de ser quebrantado, arrepentirte y creer en Su Hijo, Jesucristo (Juan3:16).


"Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma." (Salmo 94:18-19).


Así es, la mano de Dios ha estado sosteniendo todo este tiempo a Sus hijos y lo hará por siempre. La gracia de Dios nos ayudará a soportar cualquier situación, por muy dura que ésta pareciera ser; así como lo ha hecho siempre.


Y entonces soportamos. Soportamos con gozo. Soportamos con fe y esperanza. Soportamos con la confianza de que el que controla todo lo que pasa en nuestras vidas es bueno y fiel. Soportamos y confiamos en que de alguna manera Dios está trabajando en medio de las situaciones duras en nuestra vida para conformarnos más y más a la imagen de Su precioso Hijo.


“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” (1ª de Pedro 1:6-9)

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