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Breves reflexiones


La iglesia de hoy suele confundirse y procura suavizar la predicación de la Palabra con el fin de no ofender al oyente y, por ende, distorsionando la Biblia. Por un lado, el primer efecto es que el predicador comienza a predicar para agradar al hombre y no a Dios. Por otro lado, se priva al oyente de la bendición de ser confrontado con la Palabra de Dios y, por ende, de arrepentirse para salvación. La predicación que es fiel a la Palabra de Dios será dura y, sin lugar a dudas, ofensiva; pero hará corazones blandos frente a Dios. Si, pese a la fidelidad en la predicación, el corazón del oyente se endurece, el problema está en el corazón, no en la predicación y, por su puesto, menos aún en la Palabra. Gálatas 1:10 "Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo."


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Alguna vez escuché decir a alguien que durante la alabanza, los corazones también son ministrados por Dios... En muchas de las reuniones de las iglesias de hoy se seleccionan alabanzas con independencia del contenido bíblico en ellas, mientras den apariencia de exaltar a Dios, quizás incluyan algún versículo bíblico (sacado de contexto) y los congregantes "sientan bonito"... De esta forma, las emociones son exaltadas y se termina confundiendo la supuesta ministración con mero sentimentalismo dirigido al 'yo' o a un dios creado en la mente del hombre (un ídolo). La forma en que exista una verdadera ministración durante la alabanza es que ésta sea rica en teología, en Biblia (sin sacarse de contexto) o, más aun, se canten pasajes biblicos íntegros... Es la Palabra de Dios la que puede ministrar auténticamente: 2º de Timoteo 3:16-17: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." #MiEstudioBiblico


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Excelente reflexión... A muchos nos ha pasado, con las mejores intenciones, llegamos a acercarnos a la Palabra de Dios pensando que somos más amorosos, benevolentes o justos que Dios y encuadramos la Biblia a nuestra mente... El resultado es un ídolo formado a nuestra imagen.


Sólo la gracia de Dios, con la dirección de Su Santo Espíritu es la que nos conduce a la Verdad, Jesucristo. Así, es Él Quien pone en nosotros el querer como el hacer para escudriñar las Escrituras a fin de entender lo que Dios realmente dice y no poner lo que nosotros queremos que Él diga.





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