Acerca de hablar la Verdad
- Por Hernando J. Ochoa R.
- 15 dic 2016
- 1 Min. de lectura

Sin duda, Jesucristo nos enseña a predicar todo lo que Él nos enseñó. Cuando nos limitamos y endulzamos la Palabra, con el fin de 'no ofender' a la gente, estamos no sólo mermando el mensaje de Dios, posiblemente impidiendo que el Espíritu Santo use toda la Biblia en la obra que hará en los creyentes, sino que, finalmente, estamos ofendiendo a Dios, pues consideramos que nuestro mensaje está mejor dicho que como Dios mismo lo da en Su Palabra.
A veces duele el oír la Palabra de Dios; pero eso no es más que la señal de que Dios está lidiando con la persona y de que hay algo que está trabajando en ella, "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).
Si la persona se molesta, rechaza la enseñanza y se siente ofendido a tal grado que no desea saber más de Biblia, no nos espantemos... a Jesucristo también le pasó con los fariseos, al grado que Él afirmó: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7:17).
Toda la Palabra es exhalada por Dios (2a de Timoteo 3:16); por ende, no tengamos miedo de hablar lo que Él ya dijo y, menos aún, de poner por obra sus enseñanzas... Hay mucho más amor en decir y confrontar con la Verdad, que dejar a alguien en el camino de la condenación.