Las buenas obras que no ganan vida eterna (Mateo 19:16-30)
- Por Hernando J. Ochoa R.
- 10 ago 2016
- 3 Min. de lectura
Cuando un joven rico se acercó a Jesucristo para preguntarle de la salvación, fue una persona que se consideraba buena: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" –Le preguntó (Mateo 19:16).
Conociendo el corazón del joven, Jesucristo le contestó con 5 de los 10 mandamientos que Dios dio a Moisés y el que resume 6 de esos 10 mandamientos: "No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mateo 19:18-19).
El joven, orgulloso de cumplir con ello, deseoso de oír que eso bastaba para 'ganar' la vida eterna, dijo: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?" (Mateo 19:20). Ante ello, Jesucristo le mostró que, pese a que sus obras eran buenas, su corazón estaba entenebrecido: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme." (Mateo 19:21).
El joven rico, no pudo... se fue triste, porque "tenía muchas posesiones".
Aunque después viene una enseñanza acerca de las riquezas, lo que quiero destacar del corazón del joven rico es esto: él se sentía bueno, porque hacía buenas obras con su prójimo... lo cumplía, sin duda. Sin embargo, Jesucristo, conociendo su corazón, le demostró que PESE a sus obras, su corazón no era correcto...
No, no era por ser rico, sino porque su corazón no puso a Dios en primer lugar. Jesucristo intencionalmente omitió los primeros 4 mandamientos, que hablan de nuestra relación con Dios; los 6 que le dijo al joven, sabía que los cumplía... sabía que en ello depositaba su seguridad el joven... éste, sólo quería oír la confirmación de que él era bueno y que llegaría a la vida eterna; pero cuando Jesús le dijo que Lo siguiera, el joven no pudo… su corazón estaba en lo terrenal, en hacer ‘buenas coas’ para que Dios lo calificara de bueno; pero eran esfuerzos humanos, ‘hacía para agradar a Dios’, mas no ‘amaba' a Dios y, como consecuencia, hacía 'cosas buenas’… no es suficiente.
Muchas personas dicen amar a Dios; pero de lejos… pero hacen esas cosas por ese amor… Sin embargo, cabría preguntar, ¿cómo amas a quien no conoces?
La justicia y santidad del hombre nunca serán suficientes para alcanzar la Justicia de Dios y la Santidad de Dios… es por ello que necesitamos a Jesucristo para ser aceptos por parte de Dios (sólo a través de Él es que la Justicia de Dios quedó cumplida), para que nuestras obras Le agraden, puesto que las obras que a Él agradan son aquéllas que Él preparó para nosotros, para Su Gloria, y como consecuencia de ser Sus hijos:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
(Efesios 2:10)
Dos reflexiones últimas:
1) Cuando Jesús resume la ley y los profetas en dos mandamientos dice lo siguiente:
El gran mandamiento (Mateo 22:34-40)
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se
juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle,
diciendo: ‘Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?’
“Jesús le dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.’”
Como podemos ver, el gran mandamiento es el primero: Amar a Dios con todo el corazón, alma y mente… el segundo mandamiento sólo es semejante y, en realidad, es consecuencia del primero. Sin un auténtico amor a Dios, las obras hacia el prójimo no son más que eso… simples obras que te darán una vida tranquila en la tierra (la ‘regla de oro’ de la que también habló Jesús); pero no te darán vida eterna.
2) Me llama la atención que del joven rico no conocemos su nombre; hago el símil con “El rico y Lázaro” (Lucas 16:19-31): de Lázaro, quien llegó al cielo, conocemos su nombre; del rico, que como el joven rico, no puso a Dios en primer lugar, no conocemos su nombre. ¿Por qué? Por una razón que Dios mismo nos explica: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son Suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). Podemos concluir que ese joven rico, quien era bueno con su prójimo, no era conocido por Dios, porque no era Suyo.
[Aclaración sobre el título: No hay buenas obras que ganen la vida eterna]