Desmitificando las súper unciones (Salmo 105:15)
“(. . .) No toquéis, dijo, a mis ungidos (. . .)” (v. 15a)
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Desafortunadamente, muchos movimientos o congregaciones cristianas (principalmente neopentecostales, carismáticas) basan una piedra fundamental de su doctrina en unos cuantos versículos bíblicos a los que genéricamente se refieren como el “no tocar al ungido de Jehová” (Salmo 105:14-15); heredando, de esta forma, consciente o inconscientemente, uno de los dogmas más destructivos del auténtico cristianismo, como es el caso de la infalibilidad del papado católico. Algún jerarca católico criticó al protestantismo porque, mientras el catolicismo romano tiene un pseudo-infalible papa, muchas iglesias cristianas tienen muchos pseudo-infalibles pastores (en su mayoría autoproclamados como tales). Esta crítica es desafortunada y totalmente acertada.
Aclaremos algo: no se trata de que sea mejor tener un sólo pseudo-infalible jerarca (el papa)a tener muchos pseudo-infalibles jerarcas, sino de que ninguna persona es infalible, llámese papa, obispo, pastor, apóstol o como quiera que se desee denominar. El pensar que un jerarca de una iglesia es infalible e incuestionable lo que dice, implica ponerlo como fundamento de dicha iglesia. La Biblia es enfática al establecer que sólo Nuestro Señor Jesucristo debe ser la roca sobre la cual se edifique la Iglesia, pues Él es la pieza más importante y sin la cual la Iglesia no podría existir (Mateo 21:42-44; Hechos 4:11; Romanos 9:33; 1ª de Corintios 3:11; Efesios 2:19-22; 1ª de Pedro 2:6); Él sí, en efecto, es infalible: es Dios.
Cuentan que cuando a Jorge Mario Bergoglio se le preguntó acerca de cómo pensaba “recuperar” para el catolicismo a tantos que, gracias a Dios, nos hemos salido de dicha doctrina herética, él contestó que sería más fácil con tantos pastores protestantes poco preparados. En efecto, la falta de preparación y de conocimiento bíblico es lo que provoca la destrucción del pueblo (Oseas 4:6).
El éxito de muchas iglesias de este tipo (neopentecostales, carismáticas) se basa en convertir el discernimiento en una iniquidad o en una transgresión a Jesús ¿Cómo? Diciendo que los juicios hacia los jerarcas “siempre” es rebeldía ¿Por qué? Porque si la sana doctrina prevalece en una iglesia, esos jerarcas no podrán subsistir. Si fueran realmente enviados de Dios, lejos de evitar el juicio, estarían ansiosos de ser examinados, para que su obra sea probada a la luz de la Palabra de Dios. Lo cierto es que la ignorancia da pie a la manipulación por parte de jerarcas autoproclamados
El versículo que usan para su defensa (Salmo 105:15) se está sacando de contexto, puesto que el “no tocar” se refiere exclusivamente a daño físico (la palabra “tocar” proviene de la palabra hebrea nagá que implica poner la mano encima, alcanzar, golpear violentamente, herir). Incluso, es en este mismo aspecto que David refiere a su posición frente a Saúl: en el sentido de no extender su mano en contra de este último (1ª de Samuel 24:6,10, 26:9,11,23) (aunque la raíz hebrea es distinta [shalákj], tiene implicaciones similares: alargar, amenazador, descargar, desenfrenar).
Cuando este tipo de jerarcas religiosos hacen referencia a la relación entre David y Saúl, además de no atender al verdadero significado de “tocar”, omiten algo que va muy relacionado: David confrontó a Saúl con la verdad (1ª de Samuel 24:9-22; 26:9,11,19-23), es decir, si bien, físicamente no le profirió daño alguno, también es cierto que sí lo confrontó verbalmente. Es simple: como hijos de Dios, cuando hay pecado, cuando no se respeta la Verdad, no nos podemos cruzar de brazos. Más aún, podemos ver cómo en estos pasajes en que David confrontó a Saúl, éste mostró signos de remordimiento; esto es, la confrontación con la Verdad puede llevar a quien está en el error al arrepentimiento (lástima que, tal como con Saúl, muchos jerarcas prefieren escudarse en su “infalibilidad”, en lugar de arrepentirse y corregir el camino, extremo al que llegan por su propio ego).
En el Antiguo Testamento (“AT”), los ungidos eran los patriarcas (en este contexto, se refiere específicamente a Abraham, Isaac, Jacob y José), puesto que se trataba de una unción selectiva (sacerdotes [Éxodo 28:41, Levítico 8:30], profetas [1ª de Reyes 19:16], reyes [1ª de Samuel 9:16, 10:1, 1ª de Reyes 1:39], etc.) y siempre tendiente (tal como sucede ahora) a que fuera puesta sobre aquéllos que serían instrumentos para el plan de salvación de Dios (inclusive, ungió Dios a un rey enemigo, porque le sería útil para llamar la atención a Su propio pueblo –1ª de Reyes 19:15). Pero debe tenerse en cuenta que la unción era para consagrar a las personas o las cosas, para una función especial dentro de los propósitos de Dios; por ejemplo, en el caso de los reyes, la unción también era para recordar al rey su responsabilidad de guiar al pueblo, por medio de la sabiduría de Dios y no por sabiduría propia o humana (al fin y al cabo, la elección de cuál de estas sabidurías seguir, sigue siendo decisión del hombre; tal fue el caso que aconteció con Saúl, quien prefirió seguir sus propias decisiones).
Sin duda, el Ungido de Dios por excelencia es Nuestro Señor Jesucristo (Salmo 45:7; Isaías 61:1-2; Daniel 9:24; Lucas 4:18; Hechos 4:27,10:38; Hebreos 1:8-9), Él vino a cumplir las promesas que Dios había dado a Su pueblo, como el Mesías de que hablaron los profetas y quien finalmente establece el Reino de Dios en la tierra. Ahora bien, contrario a lo que acontecía antes de Su primera venida, de acuerdo con el Nuevo Testamento (“NT”), los hijos de Dios (Juan 1:12-13) somos todos ungidos (2a de Corintios 1:21; 1a de Juan 2:20,27), esto es, Dios nos da Su Santo Espíritu, somos consagrados a la Obra de Dios, es decir, de Su propiedad. Esta unción va de la mano con el amor a la justicia y repudio al mal de los hijos de Dios y les imparte dones, poder, gracia y nos capacita para el servicio a Dios a través del Espíritu Santo, Quien además nos guía a la Verdad (tal como acontecía en el AT; pero la unción ya dejó de ser selectiva).
Y todos tenemos la misma unción, todos los hijos de Dios somos ungidos de la misma forma por el Espíritu Santo, en el sentido de que no hay “súper unciones” o “súper cristianos”, como los “súper jerarcas” se pretenden ostentar. De hecho, la palabra griega que se usa para referir la unción que recibimos los hijos de Dios (khrísma o jrísma) implica más allá que la acción de ungir, sino que somos partícipes de la misma unción de la que participó Cristo, al estar en el mundo.
No sobra decir que los “súper ungidos”, jerarcas muchas veces autoproclamados, al hacer referencia al Salmo 105:15 para protegerse de los cuestionamientos que se hacen de la doctrina que practican, están pidiendo un trato que brinda el AT a las personas: Curioso, el AT señalaba que los falsos profetas, los falsos maestros o, básicamente, quienes blasfemaban el Nombre de Dios sí tendrían que ser apedreados a muerte (Levítico 20:2,27, 24:14,16,23; Deuteronomio 13:10, 17:5). Conductas semejantes (blasfemias a la obra del Espíritu Santo, prácticas místicas) son las que practican estas personas; por ello, lo más probable que los que son confrontados con la verdad, prefieran mejor no referirse al AT en su defensa. Obviamente no estamos abogando porque se les apedree, sino simplemente que se les confronte con la Verdad.
Muchos de los autoproclamados jerarcas se ostentan como guiados por el Espíritu Santo; pero, ¿cómo saber si lo son o no? No tienen una “luz roja” que se encienda cuando es Él quien habla y se apegue cuando es el hombre. El Espíritu Santo es como el viento, no se ve (Juan 3:8); pero lo que sí vemos, son los resultados de Su obra (en el deseo de dejar de pecar, en el testimonio de la vida de cada uno, etc.) y, tratándose de la predicación, la forma de saberlo es: La Palabra de Dios. Dios no se va a contradecir, Dios no va a faltar a su Verdad revelada a través de la Biblia.
Lo cierto es que Dios nos ha ungido con su Santo Espíritu (obviamente, a Sus hijos, a quienes hemos aceptado a Nuestro Señor Jesucristo como Señor y Salvador en nuestros corazones) y Él es quien nos guía a toda Verdad. En los siguientes artículos, ahondaremos en este aspecto. Por lo pronto es importante quitarnos la visión que nos han querido imponer, respecto a los “súper-ungidos” o “jerarcas infalibles”, porque tal categoría simplemente se aparta de toda verdad bíblica.
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Fuentes de consulta
Imagen: De AKARAKINGDOMS. Publicada el 29 October 2013 [Image ID: 100213325, obtenida del sitio http://www.freedigitalphotos.net/images/leaders-photo-p213325]
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