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¿Puedes hacer algo para recibir la vida eterna? (Lucas 10:25)


“(. . .) ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” (v. 25)

[Nota: Para la consulta de versículos, recomendamos consultar directamente una Biblia, o bien, acudir a esta página: https://www.biblegateway.com/index.php]


El ser humano, su alma, es creada por Dios (Génesis 2:7) en una forma especial y distintiva del resto de la creación; ahora bien, ésta no se destruirá, no tendrá reencarnación, mucho menos habrá un limbo o un purgatorio, sino que será eterna (Eclesiastés 3:11, 12:5) y, una vez que morimos a este cuerpo, sólo hay dos destinos: vida eterna o la muerta eterna (Daniel 12:2, Lucas 13:25), sin intermedios. La preocupación que expresa este intérprete de la ley (Lucas 10:25), respecto a la eternidad, la podemos ver constantemente en la Biblia (sin pretender que ésta sea una lista exhaustiva): Salmos 16:10, 21:4, 119:44, 133:3, 139:24, 145:1-2,21; Isaías 26:14, 19; 33:14; Daniel 12:2; Jeremías 31:36; Mateo 8:18, 10:28,39, 13:42,50; Marcos 8:35-37; Hebreos 10:39; 1ª Pedro 1:9; Apocalipsis 6:9, 20:4. No por nada debe ser una interrogante que, por lo menos, debería ocupar a cualquiera, pues esta vida no es más que un breve periodo de tiempo, comparado con lo que nos espera después de ella.


Tomando en consideración lo anterior, no debe extrañarnos la pregunta acerca de "cómo ser justificados", sea recurrente aún desde el Antiguo Testamento, hasta la venida de Cristo: Job 9:2, 25:4; Salmo 143:2; Isaías 53:11, 51:57; Daniel 7:18, 12:2-3; Miqueas 4:5; Mateo 18:8, 19:6 (pasaje semejante, pero diferente del que estamos comentando), 25:41, 46; Marco 10:17 (paralelo a Mateo 19:6). Es de destacarse que el propio Job, quien es calificado como no pecador por Dios (Job 1:1,8, 2:3), se reconocía imperfecto, a pesar de sus obras (Job 7:21) y, por ende, reconoció su necesidad de ser justificado por Dios (Job 9:2; 25:4), es decir, la justificación no es algo que el hombre pueda hacer por sí mismo, sino que proviene de Dios.


A pesar de la variedad de religiones y creencias que hay en el mundo, se pueden agrupar en dos puntos de vista: o bien, (i) sin importar qué nombre se dé a su dios, se piensa que esta vida no es más que un momento para hacer logros y obras humanas para alcanzar la eternidad (o, simplemente, se piensa que ésta no existe y, por ende, el hombre se convierte en su propio dios); o bien, (ii) se sabe que es insuficiente lo que se pueda hacer y que sólo es Dios quien provee la salvación y la vida eterna. Esta última es precisamente el cristianismo (por lo menos, el verdadero cristianismo) y es entendido como la Suficiencia del Sacrificio de Jesucristo (Hebreos 9:23-26). Cualquier otra creencia que piense que es necesario llevar a cabo logros, ritos o actividades humanas para ganar la vida eterna, se aparta del Evangelio de Cristo y haría prácticamente innecesario que Él, por amor, hubiera muerto por nosotros (Juan 3:16).


Ya no hablemos de las personas que pretenden ganarse la vida eterna a través de hacer obras para su iglesia (construcción de templos o donaciones exorbitantes, por ejemplo), sin importar la condición de su vida o de su corazón; pero existen aún quienes dicen que hacer caridad o sufrir en este mundo, es razón suficiente para ello. No sobra decir que el sufrimiento en esta vida no compra ni un boleto de metro, sino que el único sufrimiento que puede entenderse como una bendición (y que, por sí mismo, no trae salvación, sino madurez espiritual), es el que deriva de seguir a Cristo (Mateo 5:4,10-12, 16:24). ¡Cuánto menos se puede decir del sufrimiento auto-infligido o el que deriva del pecado!


La idea de que no existe posibilidad de ser justos conforme a la Ley (cumplir los mandamientos), es clara en la Biblia, puesto que no hay justo uno sólo, sino el que habría de venir a dar Su Vida por nosotros, Jesucristo (Isaías 53:9, Jeremías 2:35, 1ª de Pedro 2:22, Romanos 3:10-12). Es la propia naturaleza humana la que nos desvía del camino recto (para más información, ver ¿Conoces un sabio en su propia opinión?). Más aún, resulta claro que quien pretenda ser justificado por la ley se aparta de la gracia de Dios (Gálatas 5:4) y va a fracasar grandemente en su intento (Romanos 3:19-20,23), puesto que es imposible que alguien satisfaga toda ley y, aún, los sacrificios conforme a la ley son insuficientes para la salvación, toda vez que el único sacrificio que iba a ser (y es) suficiente y perfecto, era (es) el del Mesías (Hebreos 7:26-28).


Vemos, por ejemplo, al fariseo que creía que se estaba justificando por medio de sus propias obras (Lucas 18:9:14) y, por su lado, el publicano que pide perdón, consciente de que es un pecador sin importar cuántas obras buenas pueda hacer. Este último, de acuerdo con la traducción castellana, refiere a la misericordia o compasión de Dios; pero en el griego refiere a que Dios hiciera un sacrificio para su justificación [¿sabía este publicano que habría un sacrificio suficiente y no imperfecto y temporal como el que se practicaba con los animales? Es probable que sí, si leyó Isaías 53, donde se anunciaba el sacrificio del Mesías]. En un momento, Nuestro Señor Jesucristo declara justificada a una persona que había sido pecadora y no así a quien "se creía bueno" basado en sus obras, en sus ritos ni mérito alguno; esa justificación está basada simplemente en el auténtico arrepentimiento y dependencia total de Dios, para ser salvo.


En Jeremías 13:23 podemos ver claramente que el hombre, habiendo estado tan acostumbrado a hacer lo malo, por más que se esfuerce, no puede cambiar su propia condición de pecador; se trata, pues, de una obra divina, sobrenatural, la que hace Dios en la vida de sus hijos, para cambiar su propia naturaleza (Juan 1:12, 3:1-15).


La salvación que nos da Dios es por fe (Efesios 2:8; Romanos 3:22), por la gracia de haber dado a Su Hijo por nosotros (Juan 3:16), en esencia, Dios demanda que creamos en ello para ser salvos. Más aún, es enfático que no es por obras (Efesios 2:9), para que nadie se gloríe (tal y como había acontecido al fariseo -Lucas 18:9-14- que se gloriaba a sí mismo y aún oraba consigo mismo y no con Dios, por sus obras y quien, finalmente, salió del templo sin ser justificado). Alguien que cree que por sus obras es salvo, no necesita de Dios, pues cree que son aquéllas y no Él quien lo salva.


Es por ello que Pablo enfatiza que no añadamos a la Gracia de Dios, ritos o preceptos humanos que no salvan (Colosenses 2:20-23), sino que –en lugar de ello– debemos hacer morir la obras de la carne en nosotros (Gálatas 5:16-18). Es manifiesto: el fin de la ley y de la justificación a través de obras, quedó fuera del plan de Dios a través de Nuestro Señor Jesucristo, siendo ya libres de todo ello (Romanos 10:4; Gálatas 5:1-2; Colosenses 2:16); por su parte, la salvación llega por aceptar a Jesús como Señor y Salvador (Romanos 10:8-10).


En conclusión preliminar de lo que hemos escrito, la vida eterna es un regalo de Dios, a través de Jesucristo (Romanos 5:21-22; Juan 3:36, 5:24), quien es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6) y solamente a través de Él, es que podemos llegar al Padre. Atribuir a ritos y a cumplimiento de normas humanas (tales como sacramentos -aún los únicos 2 que son bíblicos-, rituales, procesiones, etc.) poderes de salvación, resulta en una herejía, puesto que haría insuficiente el sacrificio de Cristo (Colosenses 2:16-19).


No obstante todo lo escrito, cabe señalar que existe una doctrina acerca de que la salvación, una vez adquirida a través de Nuestro Señor Jesucristo, no se puede perder. Sería ilógico pensar que lo que se adquirió por fe se pueda conservar por las obras. Una posición semejante nos puede llevar a caer en legalismo (Hechos 15:1 y ss.), es decir, en añadir obras para obtener oo conservar la salvación; cuestión ésta que ha quedado explicada, ya que no se puede añadir algo al Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo para obtener la salvación. De esta forma, el evangelio se puede convertir en un evangelio de obras, es decir, encasillado en ocupar a la gente en eventos y obras para “conservar la salvación”.


Ahora bien, en el otro extremo, la Gracia de Dios, mal entendida (quien piensa que la salvación no se puede perder), ha llevado a muchos a una vida de libertinaje (Judas 3-4) y, por ende, ello los lleva a caer de la Gracia de Dios, tal como le pasó a los ángeles caídos (Judas 6-7) y aún al pueblo de Israel, pues fueron destruidos los que no creyeron (Judas 5). “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2). Es claro que la respuesta a estas preguntas es no rotundo; ya veíamos, la verdadera fe implica un nuevo nacimiento (Juan 3:1-15) y, los nuevos nacidos, son semejantes a Cristo, en el sentido de que no practican el pecado (1 Juan 3:5-8).


No se trata de condenar o de señalar a la gente que peca, porque –según ya vimos– no hay justo ni uno sólo, sólo Nuestro Señor Jesucristo. No se trata de que no pequemos del todo; al permanecer en el mundo, estamos sujetos al mal y a las tentaciones (Juan 17:15) y Dios sabe que podemos resbalar y necesitamos de Él para evitarlo (Salmos 178:5, 62:2,5) y, más aún, Él nos invita a que cuando ello pase, acudamos a Él y nos pongamos a cuentas (Isaías 1:18).


Pero, entonces, ¿cómo conciliar ambas posiciones? Duro, pero simple: una cosa es practicar el pecado (1ª de Juan 3:8) y quien lo practica es hijo del diablo (Juan 8:39-46); y otra cosa es haber nacido de nuevo (Juan 3:1-15) y ser hijo de Dios (Juan 1:12-13), sin que el pecado sea habitual o concurrente en nuestra vida.


Se puede conocer la Palabra y aún participar de milagros de Dios, pero ello no necesariamente implica un nuevo nacimiento y, por ende, salvación (Hebreos 6:1-6). Sólo hay un sacrificio y Nuestro Señor Jesucristo no se va a volver a sacrificar por nosotros para volver a ser perdonados (Hebreos 7:27, 9:12,26, 10:10-12) [Cuidado con las herejías que dicen que cada domingo se repite el sacrificio de Cristo]. Los mismos que participaron de muchos de los milagros de Nuestro Señor Jesucristo (viendo sanidades, liberaciones, multiplicación de panes y peces), fueron los mismos que más tarde gritaban que Lo crucificaran… es más, no nos vayamos más allá, Judas convivió con Jesús 3 años, estuvo de cerca a Él, conoció de cerca su doctrina y vio los milagros (aún él hizo algunos) y, no obstante, fue él quien Lo traicionó.


Por ello, el nuevo nacimiento no es un proceso express como lo manejan ciertas sectas del G12 y sus derivadas, sino que es un proceso personal para que se dé un nuevo nacimiento, en el que el Espíritu Santo, a través de la Palabra, hará la obra poco a poco (2ª de Timoteo 3:16-17, 4:2; Tito 1:9; cfr. Colosenses 2:21-23) – He de ahí la gran importancia de la impartición del Evangelio Bíblico y no el manoseado por el hombre, que le habla al gusto del cliente (prosperidad, éxito, victoria mundana, etc.) (1ª de Timoteo 6:3). Es ahí donde se presenta el rechazo de la Gracia (quién puede rechazar la Gracia, sino quien la conoce) y, quien lo hace, será juzgado (y, por ende, condenado) por la ley (Juan 12:48).


En conclusión, si una persona ha oído de Cristo, estudiado de Él y aún visto sus milagros… es más, hizo la oración de entrega, pero se rehúsa dejar el pecado y a seguir a Cristo, limitándose a hacer las obras que su iglesia le impone, lejos de preocuparse por perder su salvación, debe de preocuparse por tener su nuevo nacimiento y, para ello, es indispensable una auténtica fe. De lo contrario, no podrán perder lo que no le ha sido dado por Dios: la Salvación. Cuidado, porque la Palabra advierte: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” (Isaías 55:6); no vaya a ser que cuando quieras encontrarlo, tu corazón esté tan endurecido, que Dios no se muestre ante ti.


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Aunque esto será objeto de un estudio posterior, no sobra decir que todo lo escrito no es obstáculo para que la fe que da lugar a la salvación, dé también lugar a hacer obras; mas no serán las obras las que nos lleven a la salvación, sino que sólo son consecuencia del amor de Dios que reflejamos hacia los demás. Las obras, como consecuencia de la fe son muestra de una auténtica fe (Santiago 2:14-26). Pero, ¿cómo hacer obras que sean honrosas de Dios? Simple, conozcamos la Palabra, pues sólo así estaremos preparados para buenas obras (2ª de Timoteo 3:14-17) y ser testimonio para el mundo (Mateo 5:13-16).


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Fuentes de consulta


  • Santa Biblia | Holy Bible, Edición Bilingüe | Bilingual Edition, Antigüa versión de Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), Otras revisiones: 1862, 1909, 1960 y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con textos en hebreo y griego, Revisión 1960 | Authorized King James Version Translated out of the original tongues and with previous translations diligently compared and revised, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; p. 1467, 1601-1602.


  • Biblia de Estudio de la Vida Plena, Antigüa versión de Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), y Cotejada posteriormente con diversas traducciones y con textos en hebreo y griego, Revisión 1960 con referencias, Redactor General Donal C. Stamps, Redactor auxiliar J. Wesley Adams, Ed. Vida, Miami, 1993; pp. 8-9, 892-893, 666, 1007, 1576-1577, 1687, 1813.


  • Biblia de Estudio de apologética, Edición General S. Leticia Calcada, Edición General de la Obre en Inglés Ted Cabal, Editores Asociados, Chad Owen Brand, E. Ray Clendenen, Paul Copan y J.P. Moreland, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; p. 1397.


  • Biblia de Estudio Diario Vivir, Edición Reina Valera 1960, Ed. Tyndale, Illinois, 2011; pp. 1685-1686, 1743-1744.


  • Henry, Mathew, Comentario Bíblico, Traducido y adaptado al castellano por Francisco Lacueva, Obra completa sin abreviar, Ed. Clie, E.U.A., 1999; pp. 1294-1295.


  • MacArthur, John, The Answer to Life’s Greatest Question, Part 1, sermón de fecha 24 de agosto de 2003, disponible en http://www.gty.org/resources/sermons/42-141/the-answer-to-lifes-greatest-question-part-1 (escuchado los días 9 y 10 de agosto de 2015).


  • MacArthur, John, Atonement and Justification (2007 Resolved Conference), sermón de fecha 1° de enero de 2007, disponible en http://www.gty.org/resources/sermons/CONF-RC07-04/atonement-and-justification-2007-resolved-conference (escuchada el 10 y 13 de agosto de 2015).


  • Olivares, Chuy, Rechazando las prácticas inútiles (publicado el 25 de enero de 2015), disponible en https://www.youtube.com/watch?v=6I1PQkIMuHY (escuchada los días 12 y 13 de agosto de 2015).


  • Olivares, Chuy, La seguridad de la Salvación (publicado el 15 de mayo de 2014), disponible en https://www.youtube.com/watch?v=4ke1Z2qqB5o (escuchada los días 18 y 21 de agosto de 2015).


  • Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia Nelson, Ed. Wilton M. Nelson, ed. Juan rojas Mayo, México, 2013, pp. 35-36, 1192

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