top of page

¿Conoces un sabio en su propia opinión? (Lucas 10:21)


“(. . .) porque escondiste estas cosas de los sabios y

entendidos, y las has revelado a los niños. (. . .)” (v. 20)

[Nota: Para la consulta de versículos, recomendamos consultar directamente una Biblia, o bien, acudir a esta página: Bible Gateway]


Es impresionante cómo de sólo algunas palabras de Jesús, es que se desprende tanta sabiduría y, sin duda, de un solo versículo se desprenden muchas enseñanzas. Éste es, claramente, un versículo riquísimo; pero abordaremos sólo algunos de los aspectos que se desprenden del versículo en comento. Después del regreso de los setenta, que explicábamos antier (¿Qué te genera gozo en tu vida?), Jesús se regocija por varias razones, una de ellos, es la salvación de los que había enviado (Lucas 10:20) y, otra más, es una verdad que demuestra la Biblia: Dios se agrada en aquellos que son humildes y mansos de corazón (Mateo 11:29) y que están dispuestos a aprender de Dios, sin tapujos, sin quejas, sin cuestionamientos y, más aún, quienes están dispuestos a escudriñar la Palabra de Dios (Juan 5:29; Hechos 17:11; 1ª de Pedro 1:11) y no simplemente quedarse en la superficie, es decir, “con lo que siempre me enseñaron”, “con lo que le dice alguien en un púlpito (o aún en esta líneas)” o “con lo que yo siento o con lo que yo creo que Dios es”.


En un mundo en el que parece que el conocimiento es sólo de algunos cuantos (cuestión que era explotada por los judíos –en concreto por los fariseos y escribas–y que más tarde explotó la iglesia predominante del mundo), en el que sólo los místicos o los preparados humanamente son los que son “dueños” de la verdad, Dios demuestra que con Él es distinto, que Él revela Su Sabiduría a quienes están dispuestos a aprender de Él. Es así que vemos que precisamente de esas personas “sabias y entendidas” que el mundo tanto ensalsa, no son los que conocen de Dios y, por ende, están alejados de Su Sabiduría (la única y verdadera, la de Dios). Pero, entonces, ¿a qué sabios y a qué entendidos se refiere este versículo –Lucas 10:21? Veamos en la propia Biblia a quiénes se refiere:


“Lo temerán por tanto los hombres; El no estima a ninguno

que cree en su propio corazón ser sabio.” (Job 37:24)

“No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová,

y apártate del mal;” (Proverbios 3:7)

“Responde al necio como merece su necedad, Para que

no se estime sabio en su propia opinión.” (Proverbios 26:5)

“¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más

esperanza hay del necio que de él.” (Proverbios 26:12)

“El hombre rico es sabio en su propia opinión; Mas el

pobre entendido lo escudriña.” (Proverbios 28:11)

“¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que

son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5:21)

Profesando ser sabios, se hicieron necios,”

(Romanos 1:22)


Es claro que es a estos susodichos, muchas veces por su propia boca, sabios frente a quienes Dios no se revela. ¿Cuántos no hemos conocido (o de quienes hemos sabido) con altos coeficientes intelectuales que se rehúsan a conocer de Dios? Son muchos y simplemente por el hecho de que el único Dios, revelado a través de la Palabra, no encuadra en la propia preconcepción o en la concepción que la sociedad le ha formado de Dios. Es decir, esto atiende a que Dios no encuadra en su propio dios.


Muchas veces tenemos una concepción de Dios, pero ni siquiera nos hemos molestado en ver qué es lo que Él mismo dice de Sí Mismo en la Biblia y nos conformamos a lo que nos enseña el mundo acerca de Él (Romanos 12:2). A mí me pasó así: En mi concepción humana siempre supe que había un Dios, un Creador de todo; pero creía en un Dios que estaba esperando a castigarme; sin embargo, fue hasta que abrí la Biblia y me di cuenta de que es un Dios que me ama (Juan 3:16) y que estaba dispuesto a perdonarme (Isaías 1:18). ¿Qué pasa? Es simple, como lo hemos expuesto en los últimos estudios, la verdadera guerra espiritual está en el pensamiento y las falsas doctrinas (Efesios 6:12, 2ª de Corintios 10:3-6); es por ello que se nos venden las mentiras (y, lo peor de todo es que las compramos con nuestra vida eterna) de un Dios lejano, o bien, de que necesitamos intercesores (cuando sólo hay un mediador entre Dios y el hombre: Jesús – 1ª de Timoteo 2:5) o que la Biblia es difícil de entender e, inclusive, hasta la prohíben porque te puedes volver loco si la lees (curiosos son estos versículos al respecto: Lucas 24:11, 1ª de Corintios 1:18-23).


No es, por ende, que la caída del hombre se dio al comer el fruto prohibido concebido como una manzana, o algunos lo venden como las relaciones sexuales. En realidad fue la desobediencia de haber comido lo prohuibido y ¿qué era? El fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:9-17, 3:17); ¿qué implica ello? Simple, el hombre cambió el conocimiento del bien y del mal de Dios, por el propio (su torcida concepción del bien y del mal) y es así que se perdió.


A este respecto, me encantó el ejemplo que da John MacArthur (referencia en las fuentes de consulta): El conocimiento que se tiene por más alto en el mundo es el de los científicos que, sin duda, con alto coeficiente intelectual, con mucha dedicación y estudio, procuran conocer las cuestiones ínfimas, pero, finalmente, físicas (moléculas, átomos, astros, etc.); no obstante, curiosamente, son a quienes más les cuesta interactuar con la gente. Ni todos los científicos del mundo podrán conocer a una persona y saber qué piensa, cómo es y qué siente, si esa persona no revela antes su interior (podrán teorizar y llegar a acuerdos acerca de la una “supuesta verdad” que creen haber descubierto –al fin y al cabo la ciencia no es sino acuerdos de los científicos [Bobbio, N., 1984]–, pero no tendrán certeza al respecto). ¿Cuánto más podrán conocer a Dios si Él no se les revela a ellos? ¿Cuánto más si prefieren no atender a la Palabra, que es la forma en que Dios se ha revelado a la humandad?


No es factible que la sabiduría humana conozca a Dios (1ª de Corintios 1:21), sino que sólo es factible a través de la revelación (1ª de Corintios 2:6-16). Sin duda, la mente y los sentidos nos ayudan; pero si lo hacemos humanamente (únicamente a través de ellos), fracasaremos colosalmente en ello. Por ello, Dios nos advierte que no seamos sabios en nuestro propio entendimiento (Romanos 12:16), sino que escudriñemos la Palabra de Dios (Juan 5:29; Hechos 17:11; 1ª de Pedro 1:11). Ahora bien, para poderla escudriñar, primeramente debemos ser como niños (Lucas 10:21), mansos y humildes de corazón (Mateo 11:29) y, aún, nacer de nuevo (Juan 3:1-15). En pocas palabras: quitarnos la basura humana que nos han vendido como sabiduría.


La palabra “niños” que aparece en la traducción castellana (Lucas 10:21), es traducida como “bebé” en la versión inglesa y que es más acorde con la palabra griega (que es la imagen que aparece en la parte superior de este artículo), que refiere a niñitos o pequeños niños. Esto se refiere a que debemos dejar toda educación previa, todo conocimiento humano de lado ante la Palabra de Dios. Aún recuerdo que Dios me sacó, de entre tantas cosas, del ocultismo (santería y masonería) y, ante mi sed de conocimiento, estando en oración Dios simplemente puso en mi corazón que por fe y en obediencia dejara todo ello de lado. Así tenemos que hacer nosotros: poner de lado tanta basura que hemos recibido de este mundo caído y escudriñar la Palabra.


Muchas veces traemos concepciones de lo que nos han enseñado de Dios; pero no nos damos cuenta de que nos han llenado el corazón de un evangelio falso. Más de una persona me he topado que me dice: “no creo/siento que Dios sea así” (entre ellos, mi mamá y de mis más queridos amigos); pero he contestado: “¿Ya leíste la Biblia?” o, simplemente, “No lo digo yo, lo dice la Palabra de Dios”. Sin duda, la Palabra parece dura muchas veces; pero eso es muestra de que Dios nos está hablando, nos está quitando tanta pseudo-sabiduría que traíamos y que, simplemente, no es acorde con la Palabra de Dios.


De la misma forma, creemos conocer de Dios, porque nos limitamos a lo que hemos leído de otros que escriben de Dios (siendo que muchas veces escriben sin usar la Palabra de Dios o alterando ésta); pero no nos acercamos a lo que Dios dice de Sí Mismo en la Biblia. Hace mucho recuerdo que en redes sociales, algún amigo puso una imagen que supuestamente citaba un versículo del libro de Romanos. Cuando lo leí, inmediatamente supe que no era una cita Bíblica, sino una cita más mundana que nada; sin darse cuenta, el hacer eso no es otra cosa que blasfemar el Nombre de Dios (Éxodo 20:7), porque se está diciendo que Él supuestamente dijo algo, cuando no es verdad. No nos vayamos muy lejos, los 10 Mandamientos que maneja la iglesia católica, ni siquiera coinciden con los que Dios dictó a Moisés (Éxodo 20); pues simplemente omitieron el 2° y el 10° lo dividieron en 2. Un día dando clase, les dije a los alumnos que recordaran los 10 mandamientos tal como se los habían enseñado y, cuando los leímos en el texto bíblico, todos se sorprendieron, ya que habían vivido una mentira.


Hay quienes quieren interpretar la Biblia en forma parcial, lo que no es sino la misma manipulación que pretendió hacer el diablo cuando tentó a Jesús (Mateo 4:6; Lucas 4:10) o se pretenden excusar omitiendo partes de Ella o alterando su contenido bajo el supuesto pretexto de que la Biblia pasó de moda o que se refiere a otros tiempos (he escuchado quienes afirman que el 2° mandamiento lo omiten porque se refiere a otros dioses o imágenes de otros dioses y no a imágenes actuales). Pero, nuevamente, veamos qué es lo que realmente dice la Palabra de Dios: (i) Toda la Palabra de Dios es inspirada por el Espíritu Santo (2ª de Timoteo 3:16); (ii) El mundo y todo lo que hay en él pasará, pero las Palabras de Jesús nunca pasarán (Mateo 24:35; Marcos 13:31; Lucas 21:33); (iii) debemos escudriñar la Palabra (Juan 5:29; Hechos 17:11; 1ª de Pedro 1:11); y (iv) no debemos alterar o añadir a la Palabra de Dios (Deuteronomio 4:6; Proverbios 30:6; Apocalipsis 22:18-19).


En conclusión, seamos como niños, estudiemos en oración la Palabra de Dios y dejemos que Él se revele a nuestro entendimiento, para que Le podamos conocer, en lugar de pretender encuadrarlo a Él en nuestro muy limitado conocimiento.


____________________


Fuentes de consulta


  • Santa Biblia | Holy Bible, Edición Bilingüe | Bilingual Edition, Antigüa versión de Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), Otras revisiones: 1862, 1909, 1960 y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con textos en hebreo y griego, Revisión 1960 | Authorized King James Version Translated out of the original tongues and with previous translations diligently compared and revised, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; p. 812, 945, 975, 977, 1008, 14661596, 1611, 1618.


  • Biblia de Estudio de la Vida Plena, Antigüa versión de Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), y Cotejada posteriormente con diversas traducciones y con textos en hebreo y griego, Revisión 1960 con referencias, Redactor General Donal C. Stamps, Redactor auxiliar J. Wesley Adams, Ed. Vida, Miami, 1993; pp. 871, 1409, 1611-1612.


  • Biblia de Estudio de apologética, Edición General S. Leticia Calcada, Edición General de la Obre en Inglés Ted Cabal, Editores Asociados, Chad Owen Brand, E. Ray Clendenen, Paul Copan y J.P. Moreland, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; p. 872.


  • Biblia de Estudio Diario Vivir, Edición Reina Valera 1960, Ed. Tyndale, Illinois, 2011; p. 1375.


  • Henry, Mathew, Comentario Bíblico, Traducido y adaptado al castellano por Francisco Lacueva, Obra completa sin abreviar, Ed. Clie, E.U.A., 1999; p. 1294.


  • MacArthur, John, What Makes Jesus Rejoice, Part 1 (el nombre que le da en la predicación es “Jesus’ joy”, sermón de fecha 13 de julio de 2003, disponible en http://www.gty.org/resources/sermons/42-138/what-makes-jesus-rejoice-part-1 (escuchado los días 31 de julio y 1° de agosto de 2015).


  • El Nuevo Testamento Griego Palabra por Palabra, El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por Palabra, Griego Español, Por Ellsa Tamez, Isela Trujillo y con la colaboración y asesoría de Irene Foulkes, Ed. Sociedades Bíblicas Unidas, Brasil, 2012, pp. 259-260.


  • Bobbio, Norberto, Contribución a la Teoría del Derecho, primera edición española, de 1980; Fernando Torres Editor, Madrid, 1980; pp. 484.


bottom of page