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Simpatizantes o Seguidores de Jesús (Lucas 9:57-62)

“Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos ; y tú ve, y anuncia el Reino de Dios (v. 60)

Sin duda, el mundo de hoy es un mundo hedonista, en donde lo que guía las decisiones, sean próximas o lejanas, radica en el placer, en esencia, en el “yo”. Desafortunadamente esta doctrina ha penetrado grandemente en la iglesia que se dice cristiana y ello ha llevado a sectas y falsas doctrinas centradas en el hombre y no en Cristo; tal es el caso de la doctrina de la prosperidad o congregaciones basados en “qué tanto sintieron la presencia de Dios”. Todo ello deviene de una falsa y tendenciosa invitación para que la gente acepte a Cristo como Salvador y no como Señor; una tendencia a evangelizar invitando a la gente con “promesas” de lo que Cristo puede hacer por uno y no en lo que uno tiene que renunciar para seguir a Cristo.


Sin duda, Dios caminando en la tierra fue un evento impresionante que transformó la historia de la humanidad; ello provocó que multitudes Lo siguieran y fue así que Jesús, con su infinita Misericordia y Compasión, no se limitaba a impartir el pan de vida eterna que es la Palabra de Dios, sino que además sanó gente, liberó de demonios y alimentó a multitudes (Mateo 9:36, 14:14, 15:31, 19:2; Marcos 3:7, 5:24, 6:34, etc.). Sin embargo, en este pasaje vemos la gran diferencia entre ser un simple simpatizante o creyente de Jesús. A estos les caracteriza primordialmente la aceptación del mensaje “bonito” de amarse unos a otros, de paz, de Bondad de Dios, etc.; pero se apartan de la Verdad (Juan 14:6, Cfr. Juan 8:32,36), cuando omiten leer, dudan o aún argumentan en contra del mensaje del juicio de Dios, de renunciar al pecado y aún de la división que causa el seguir a Jesús (Mateo 10:34).


Aquí vemos muy claramente que el ser un verdadero seguidor de Nuestro Señor Jesucristo va mucho más allá (es muy distinto, en realidad) del simplemente estar bien con uno mismo, o del declarar prosperidad para que te vaya bien en tu vida, o del esperar un mundo justo antes de la Segunda Venida de Nuestro Señor. No es posible aceptar a Jesús como Salvador, sin aceptarlo también como Señor.


Uno de los errores de las congregaciones modernas, más enfocadas en aumentar el número de congregantes que en hacer verdaderos discípulos, radica en llevar a las personas a momentos emocionales, en que declaren simplemente recibir a Jesús en su corazón (algo similar a lo que hacen los católicos al bautizar niños que, sin conocimiento de causa, pretenden meterlos de lleno bajo esa falsa doctrina). Ese fue el caso del primer caso que vemos, el primero hombre manifiesta su deseo de seguir a Jesús adondequiera que Él fuera (Lucas 9:57; Cfr. Apocalipsis 14:4); en realidad esta persona no estaba consciente de su decisión, tal como es el caso de quienes aceptan a Jesús para ser prósperos o para tener salud física o cosas semejantes. Sin embargo, vemos inmediatamente la contestación que le dio Jesús: que Él vino en pobreza y que ni siquiera tenía dónde dormir (Lucas 9:58). Ello implica, en esencia que el seguir a Cristo implica una renuncia a uno mismo, es decir, una renuncia al “yo” (Lucas 9:23), puesto que estamos llamados a poner los ojos en las cosas celestiales antes que en las terrenales (Colosenses 3:1-3).


Posteriormente, Jesús hace una invitación a otro para seguirlo y éste dice que sí, pero una vez que haya atendido a su padre (fuera que éste ya hubiera muerto o no). Ante ello, Jesús le hace una fuerte declaración: que los muertos entierren a los muertos. Es importante declarar que, bajo ningún concepto, se trata de dejar de lado las responsabilidades familiares que uno tiene (Ej. 1ª de Corintios 7:12-13, 1ª de Timoteo 5:8, 1ª de Pedro 3:1-2); sin embargo, sí se trata de pensar en las prioridades de la vida: por un lado, debe tenerse en cuenta que antes de una relación de unidad, el seguir a Cristo muchas veces traerá distanciamiento de nuestra propia familia (Mateo 10:35) y, por otro lado y más importante aún, el principal y más grande mandamiento es Amar a Dios con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra alma (Mateo 22:37).


El llamado que nos hace nuestro Señor Jesús es mucho más grande, importante y trascendente: ir y anunciar el Reino de Dios (Lucas 9:60, 1ª de Pedro 2:9). Nada se compara a ello.


Finalmente, un simpatizante le dice que él sí Lo seguirá, sólo echará un vistazo a casa, se despediría de los de su casa. Es poco claro el para qué iría y hay especulaciones de lo que pretendía hacer; sin embargo, pongamos atención a la respuesta que le da Jesús: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el Reino de Dios” (Lucas 9:62). El llamado de Cristo y la decisión de seguirlo debe implicar necesariamente el renunciar a voltear atrás, al pasado, al pecado del cual nos sacó Jesús; cabe hacer mención de lo que nos recuerda Pablo:


“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14)

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Fuentes de consulta

  • Santa Biblia | Holy Bible, Edición Bilingüe | Bilingual Edition, Antigüa versión de Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), Otras revisiones: 1862, 1909, 1960 y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con textos en hebreo y griego, Revisión 1960 | Authorized King James Version Translated out of the original tongues and with previous translations diligently compared and revised, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; pp. 1465, 1670.

  • Biblia de Estudio de Apologética, Edición General S. Leticia Calcada, Edición General de la Obre en Inglés Ted Cabal, Editores Asociados, Chad Owen Brand, E. Ray Clendenen, Paul Copan y J.P. Moreland, Ed. Holman Bible Publishers, Tenesse, 2011; pp. 1340, 1394-1395, 1405.

  • Biblia de Estudio Diario Vivir, Edición Reina Valera 1960, Ed. Tyndale, Illinois, 2011; p. 1373.

  • Henry, Mathew, Comentario Bíblico, Traducido y adaptado al castellano por Francisco Lacueva, Obra completa sin abreviar, Ed. Clie, E.U.A., 1999; p. 1292.

  • MacArthur, John, Barriers to true Discipleship, sermón de fecha 27 de abril de 2003, disponible en http://www.gty.org/resources/sermons/42-133/barriers-to-true-discipleship (escuchado el 27 de julio de 2015).

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